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Historia

Capítulo 2

Palabras:1361    |    Actualizado en: 17/10/2025

ista de So

ojos oscuros antes de ser rápidamente enmascarada. Se había preparado para una tempestad, para gritos y l

mi su

sa que te traiga alegría, me la trae a mí. Después de todo, tu amor es todo lo que tengo. -Me aseguré de enfatizar l

Por supuesto. Mi "docilidad" era simplemente una prueba de su poder absoluto sobre mí. Creía qu

rale a Valeria la suite del ala oeste. Se quedará allí. Asegúrate

u voz goteando una dulzura artificial. -Muchas

cara perfecta de anfitriona cortés, a

mueble caro. Me senté frente a ellos, levantando mecánicamente el tenedor a mi boca, el sabor de la comida gourmet convirtiéndose en ceniza en mi lengua. Cada risita coqueta de Valeria, cada toque po

iraban los platos-. Lunes, miércoles y viernes, estaré contigo, Sofía. Martes, jueves y

n desafío

razonable, Alejandro -r

egado. En su lugar, había una calma tan absoluta que era desconcertante, incluso para él. Esta no era la Sofía que él sabía cómo cont

ta noche, solo estaba el silencioso zumbido del aire acondicionado y el latido constante de mi propio corazón frío. El pozo de mi dolor er

sma arrogancia descarada con la que hacía todo lo demás, anunciando a la élite de la ciudad que él, Alejandro Montenegro, er

s en un mundo que ya no me concernía. Mi vida real estaba sucediendo en secreto, en correos electrónicos encriptados con mi abogado, en la transferencia de fo

icativa de las acciones de su empresa, sino también una reliquia familiar: un impresionante collar de esmeral

puesto ese mismo collar, el día de nuestra boda. Su voz había sido un susurro bajo y sincer

" había durad

cho tiempo. Presioné una mano sobre mi corazón, respirando a través del espasmo. Era solo un re

ación, se volvió hacia mí, sus ojos brillando con triunf

voz plana-. Tendré algo

no alrededor de mi cuello. Era una cosa delicada, casi invisible, con un

í el relicario con m

e poseía que no era de Alejandro. Era

erior temblando. -Oh, no seas tan tac

ceño fruncido con mole

enaron de agua. -Alejandro, solo le pedí a Sofía su collar

ejandro, su tono despectivo e impa

mi voz baja

la mano, sus dedos se engancharon bajo la delgada cadena. La arrancó de mi cuello. Lo

vuelta y presionó el relicario en la palma

¡Gracias, Alejandro! ¡Eres el mejor! -Me dio una última mirada de sufic

ía, pero la herida interior era más profunda. Había tomado la última pieza de mi antigua vida,

que me invadió. Pero debajo de ella, una rabia fr

ada, mi mente corriendo. No dejaría que se lo quedar

ia, la puerta ligeramente entreabierta. La abrí, preparada para ofrecerle cualquier cosa -joy

ue se me helara la sa

sangre no solo se heló, se convirtió en hielo. Fue una violación ta

eño poodle que Alejandro le había comprado. Y alrededor del cuello peludo del pe

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