Ales
ación justo al lado de nuestra -mi- habitación
aición. Mi cuerpo se sentía débil, agotado. Mi loba interior, la fuerza vital atada a la suya, estaba inquieta y ag
bitación de huéspedes que me había
un crujido. Era Dante. Se acercó a la cama,
ndió la mano y me acarició el cabello, un gesto que una vez
de la leche de su bebé. El olor era una invasión, una presencia física en la habitación que empeoraba
nta seca. Mi propio cuerpo luchaba contra mí,
a la puerta, lo sentí: un vínculo mental privado e íntimo abriéndose entre él
osos, goteando falsa vulnerabilidad. *El be
ión fue in
su pensamiento una cálida caric
ciéndose ligeramente. "Serena me necesi
go se
ada y compañera, enferma y d
quedarme aquí. No podía respirar este aire. Me levanté, mis
raté de mirar hacia otro lado, de seguir caminando, pero mis ojos se s
en la cama, con un aspecto artísticamente agotado, mientras Dante se sentaba a su lado, meciendo suavem
a para ahogar un sollozo. Mi cuerpo era
"¿Cuándo lo harás, Dante? ¿Cuándo la rech
en la frente. "Pronto, mi amor", prometió. "Muy pronto. Les
ndo durante meses, finalmente se hizo añi