vista d
aredes de cristal se sentían como una jaula. Necesit
stro médico de familia, organizando una visita a domicilio, interpretando el papel del esposo devoto. La actuación era impecable. Era el hombre más poderoso de la ciudad,
ió. El temblor se detuvo. Las náuseas retrocedieron. Lo que quedó f
gó el teléfono. "El Dr
r mejor. Deberíamos invitar a tus padres a cenar
ego cauteloso. "¿Cenar?
terminé por él. "
echazar una cena familiar con sus padres, el antiguo Jefe y su esposa, sería
as palabras tensas. "Mo
a de la cama y volví a su estudio. Su laptop estaba en el escritorio, en modo de suspensión. L
a oculta. Dentro
de mis batas de seda, la que él me había comprado en París. Sostenía su mano hacia la c
a la cámara, su voz goteando un tri
besó, un beso profundo y posesivo que solía
ver una película sobre dos extraños. La mujer en la pantalla, Isabela Moreno, ya est
l espacio vacío de la cama. "Isa",
rpo frío como el mármol. Puse una mano en su
, susurré en
a vibrar a las 6 a.m. Estaba en la mesita de noche,
eléfono, su voz áspera p
ararte el desayuno", anunció, un gran gesto para comp
a hecho, dijo: "Esta casa es demasiado para ti. Deberíamos con
s palabras quedaron suspendi
lo que pretendía. "Esta es mi
presión en su rostro. "
talmente despistada, que una risa real c
mirándolo directamente a lo
cariciado. Se lo creyó. Realment
la frente. "Tengo que irme. Ese pro
a, dije su no
o la
", pregunté casualmente. Era un compromiso que había
en eso", dijo, un poco demasiado rápido, antes