vista d
ntadora, una señal de que su atención estaba en mí. Ahor
dadosamente neutral. "Qui
arruga en su perfecto mar doméstico. "Una semana en Los Cabos. Solo nosotros dos. Lejos de todo est
tira, pero mi vida se estaba co
ó, y la forma casual en que su nombre salió d
nuestro aniversario. Te lo daré cuando volvamos". La pequeñ
el problema estuviera resuelt
pregunté, genuina
ló. "Nuestro an
niza en mi boca. Había estado tan consumida por la tra
pausa, un destello de irritación en sus ojos, antes de presionar un beso seco
a una actriz en las escenas finales de una tr
oscuro que no era mío. Era un fantasma, un remanente de su presencia en nuestra casa, e
tenía sentido. Mi guerra n
icientes. "Tengo una junta temprano al otro lado de la ciudad", dijo, ajustándose l
amilia Moreno no tenía "posibles probl
ate",
segundo teléfono, uno desechable, en el fondo falso de su caja de puros. Pensaba que yo
lla se iluminó con u
oche fue
do esperar a
le dijiste
iba a vomitar. Me incliné sobre su escritorio de caoba, mis manos apoyadas en la madera fría, y respiré hon
un hombre que había apagado con éxito un incendio
macén?", pregunté, mi voz
ndo su saco en una silla. "
aicionó. Un temblor comenzó en mis manos, un temblor violento e incontrola
los mariscos otra vez?". Puso su mano en
Era lo último de Isabela Moreno siend