ista de El
? -la voz frenética de Gerardo reson
azo firmemente alrededor de su cintura, su cuerpo como
abandonándome en el suelo frío y duro. Un frío amargo, más profun
sinfonía caótica de voces que gritaban y pies
olo una vasta
a gris, atada a la realidad solo por el olor agudo y clín
fusión ahora. Su tipo de sangre es O negativo -una voz,
o de sangre? ¿Alguien es O
el velo. La de Valeria. -Yo lo soy
sangre corriendo por mis venas, salvándome,
da y fría como el hielo, le r
ardo, ell
no no dejaba lugar a discusión-. Acabas de sufrir un s
or e
había dejado clara su elección. Preferiría dejarme morir ante
la, su voz temblando con u
quebrándose con una emoción que nunca, ni u
a comparado con el desgarro lento y tortuoso de mi corazón. Era
umó, y la oscuridad me trag
da de hospital. Tenía una vía intravenosa pegada al brazo, una bolsa de suero got
, su expresión prof
seguimos la sangre que necesitaba justo a tiempo. El ba
se ofreció a donar -graz
s. -Sí, una señorita Solís. Pero el señor Montes se negó.
no de los mayores benefactores del hospital. Su pala
ión se filtró hasta mi médula. No solo había elegido a Valeria por encima de mí
estaba dispuesto a gastar pa
o aquí? -pregunté, aunq
ue me estaba acostumbrando demasiado. -Estuvo aquí un rato, pero dijo que
Ocupado cuida
ún otro familiar por ust
avesando mi cráneo. -No. Gracias. ¿Puede... pue
sorprendida pero as
liente finalmente escapó y trazó un camino por mi sie
e tristeza. Era una
us ojos, era
uió, Gerardo nunca v