ista de El
tejer alguna nueva red de inocencia y
implacable, se ce
s crees que e
avaron en la carne sensible de mi bíceps, justo sobre un moretón amarillento que se de
, su hermoso rostro una máscara de rabia. Sus ojos gris acero, esos qu
ada desviándose hacia Valeria, que a
ria, una lágrima ya trazando un camino bril
con una ternura que no había usado conmigo en años. Ignoró por completo m
dio un vuelco doloroso. Siempre era así. Sin importar la situación, sin importar quién tuvier
pre era e
ndo de liberar mi brazo
ave en el brazo de Gerardo. Su toque fue mágico. La
mí con los ojos grandes y llenos de lágrimas-. Es mi culpa. No deber
legante... era una clase magistral de manipulación, diseñada para pintarme como la vil
endo... -intenté de
momentáneamente calmada por Valeria, ahora
rioso. Mi tacón se atoró en la pata de un expositor cercano, una estructura alta y ende
xpositor se tambaleaba, el jarrón inclinándo
todo se
cuando el pesado jarrón impactó contra mi sien. El mundo se incl
llas se
borrosa, lo último que vi fue a Gerardo. No me e
res y el agua que caían, su cuerpo una muralla protectora a su al
comenzó a correr por mi ca
gada de un terror que nunca antes le había escuchado, ni siquier
ra un pétalo de su cabe
yo yacía rota y sangrando en el su
esvaneció en