ista de El
stras vidas como si fuéramos un error que estaba corrigiendo. Mi madre, una mujer de una fuerza increíble, se marchitó bajo el peso de su partida.
a mano que ella misma había diseñado. "Algún día, mi amor", me había susurrado, su voz débil pero lle
siguió con una devoción tan decidida que poco a poco fue derribando mis defensas. Aprendió cómo me gustaba el café, recordó los nombre
éxico, las hojas de otoño caían a nuestro alrededor como lágrimas doradas. Le desnudé mi miedo más p
taba cargada de emoción. "Elena, te lo juro, por mi vida, nunca seré ese hombre. Nunca t
é entrar. Ese fue el momento en
a las que me había aferrado. No solo había usado mi trauma como excusa; lo había convertido e
más profundo que cualquier herida física. Cada palabra que ha
los segundos para que seas mi esposa". Era un actor fenomenal. La revelación fue escalofriante. El hombre
odían jugar
paraba de vibrar. Una docena de mensajes de
s? Salí y y
á todo bie
tás asustand
las calles de la ciudad, el sol poniente pintando el cielo en tonos de morado y naranja magullados. E
se torció y caí con fuerza sobre el pavimento. Un dolor agudo me recorrió la pierna.
y allí estaba Diego, su ro
re mí como si tuviera miedo de tocarme. Me ayudó a sentarme, su tacto sorprende
reocupación en sus ojos era la misma mirada que me había dado durante seis años. Por un momento vertigin
nción", tartamudeé, la mentira
dor de mi cintura. "Has estado actuando extraña todo
encia, que me hizo creer de nuevo en la lealtad. El hombre que una vez manejó tres horas en una tormenta solo para traerme
laborada actuación, una ilusión finamente elabor
ada", dije, mi voz
endo. No te preocupes por nada. Yo me encargo de todo". Me apretó más fuerte, su
álsamo sobre una herida que él mismo había infligido. Me preparó un baño cali
sentí que una lágrima finalmente se escapaba y trazaba un camino caliente por mi mejilla. Era tan bueno en esto. Tan pe
odía. No
n mensaje de texto. Vi la vista previa por una fracción de segundo antes de que lo arrebata
e no había visto antes. Un destello de lujuria cruda y sin disimulo. Desaparec
da mientras se levantaba. "Se cayó un servidor. Tengo que i
labios se encontraran con mi mejilla. Se detuvo un momen
ó. Apenas llegué al baño antes de vomitar, mi cuerpo convulsionándose mientras v

GOOGLE PLAY