nco, destinada a ser la Luna de nuestra manada. Mi pareja,
nco años: otra familia, con un hijo cuy
mismo parque de diversiones por el que yo le había rogado. Mis propios padres estaban m
i cumpleaños para que me quedar
eemplazo con la sangre correcta, una herramienta que usaría
ños, me bebí el té envenenado que mi madre me d
ecial para la fiesta de su hijo: una caja q
ítu
RA
á usand
en su pecho. Se apartó un mechón rebelde de su cabello rojo como el
orios. Era terreno neutral, uno de los pocos lugares que recibía a los hombres lobo sin hacernos sentir como ani
de lo que quería. Abracé mi taza calient
. Una acusación que podría haberte costado el exilio, o algo peor. ¿Y qué le pasa a ella? Un r
dolor sordo, un moretón en el a
ijeron que era lo mejor. Para pr
re. Me dijeron que era su hija perdida, la heredera del sagrado linaje del Lobo Blanco. Y Gael... él era mi pareja. El Alfa de nuestra manada. La otra mitad de mi alma, destinado pa
era la loba más af
o, Brenda -cambié de tema, con un aleteo de esperan
nuina se dibuj
erar a ver a tu loba
an. En lugar de eso, me comuniqué a través de la conexión especial que todos los miembros de la manada
e envié, las palabras formándose en su mente como si fueran sus propios
renda estaba carga
ijo el gr
mi mente. Era profunda, poderosa y envuelta en
la
n vuelco. Estaba
n calor se extendió por mi cuerpo, el s
fue cortant
te de la manada. Quédate en
a. No era una petición. Era una orden tejida con magia, que obligaba a la obediencia. Mis hom
respondí, tratando de
en mi humor. Estiró la mano
afé favorito. Sorpréndelo en la torre del Corporat
a razón. Yo era su pareja, su fu
as, con una bandeja de cartón con dos cafés en la mano. El edificio era la cara humana de nuestra
mujer tímida llamada Clara, me ded
encuentra. Tenía una cita en una galería de arte privad
estómago. ¿Una galería privada? Eso
ería era un edificio elegante y moderno con enormes ventanales de cristal. Me estacioné al
nces l
aba Sofía, su cabello oscuro brillando bajo las luces de la galería. Entre ellos, tomados de sus manos, habí
n una f
cuerpo se quedó helado. Tenía que
ternura que yo no había visto en años. La besó. No un simple beso. Fue un beso profundo, prolo
í como si mi propia esencia se partiera en dos. El lazo de
saber. Me acerqué sigilosamente a la ventana, escondiéndome en las som
años de Leo? -decía Sofía, su voz gotea
e Leo. El parqu
ondió Gael, alborotando el ca
hielo. El cumpleaños de Leo
un sonido crue
huerfanita? ¿No se
sonido más cruel que
tener una familia que se creer
izó en mi mente, una intrusión casua
inar. Qué cansado estoy.
tan casual, no me rompió el corazón. Lo hizo añicos
minado. Y yo ya no