eía que nuestro amor era real. Pero una noche lo oí gemir el nombre de otra mujer mientras dormía: Annika, la ex que lo abandonó en cuanto se quedó sin di
Me decía que me amaba, pero sus acciones dejaban claro que yo era prescindible. Su amor no era un hogar, sino una jaula construida con cómodas mentiras. Después de que me abandonara en un yate para salvar a Annika de su propio drama escenificado,
ítu
una semana larga en la oficina". Intenté aliviar la tensión de sus hombros, masajeando con los dedos los nudos que encontré allí, y dije: "Te traeré un poco de agua. ¿Quieres una aspirina?". Mi mente barajó todas las posibilidades: la presión de su empresa, Monroe Tech, era inmensa. Él solo había resucitado el nombre de su familia de las cenizas de un escándalo financiero, construyendo un imperio de la nada, llevando todo ese enorme peso sobre sus hombros. "No, Hazel. No lo hagas", dijo, con un tono suave pero firme, y se apartó de mi toque. "Solo déjame dormir". Me dio la espalda por co
llegué a la puerta, algo me detuvo. Escuché un sonido procedente de la habitación, un gemido grave y gutural que no era una manifestación de dolor,
nunció su nom
sista de la alta sociedad que lo dejó en cuanto la fortuna de su familia se evaporó. La mujer que de repente había vuel
"Por favor...". El sonido me desgarró. Era una violación. Estaba en nuestra cama, la cama que compartíamos, y fantaseaba con otra mujer. Y no con cualquiera, sino con 'ella'. En todos nuestros años juntos, en todos nuestros momentos íntimos, nunca había mostrado este tipo de pasión febril y devoradora. Conmigo era cálido, cómodo y estable, era el novio perfecto en apariencia: atento, generoso, el hombre que reconstruyó el legad
el centro diciéndole a todo el mundo que sigues comiendo de su mano". Adler se incorporó, se pasó la mano por el cabello y contestó: "No es así". "¿No?", replicó Cory. "Humillaste públicamente a Hazel en la gala de la semana pasada para ir tras Annika cuando ella 'tropezó'. La dejaste sola en ese yate cuando el motor se incendió porque tenías que asegurarte primero de que Annika estuviera a salvo, ¿y ahora esto? Adler, ¿qué estás haciendo?". Cerré los ojos con fuerza y los recuerdos vinieron a mí. En el incendio del yate, me di
i me destruyó. No puedo volver a eso, y no lo haré. Hazel... Hazel es segura. Es mejor así". "¿Así que solo la estás utiliz
uando lo hagas, te arrepentirás por el resto de tu vida". "Ella no se irá", comentó Adler, con una certeza escalofriant
enciosos y mecánicos, y volví a trompicones al salón, notando apenas cómo las luce
mportaba que
eraba antes de zarpar al lugar al que realmente quería ir. Me desplomé en el suelo, con la espalda apoyada contra el frío cristal
fico que había sido arrastrada allí por mi mejor amiga, la hermana menor de Adler, Charley Monroe, y me
aía todas las miradas, y me cautivó al instante. "Es mi hermano", me susurró Charley, poniendo los ojos en blanco. "Intenta no mirarlo fijamente. Lo odia". Era una leyenda en el campus. Inteligente, ambicioso y notoriamente distante. Las chi
a en su intento por conquistarlo. Lo persiguió durante meses, con una fuerza vibrante
nunca antes le había oído. La levantó y la hizo girar como si fuera el centro de su universo. Le compró un auto por su cumpleaños, le
las maletas, le dijo que no podía estar con un "caso de caridad", y se marchó sin mirar atrás. Adler quedó destrozado. Abandonó los estudios, se encerró en su pequeño apartamento y se negó a ver a nadie. Charley estaba desesperada, y me rogó que fuera a ver cómo estaba, que le llevara comi
eguntó con voz ronc
ncapaz de
r qu
nciosa escritos en mi rostro. Él soltó un la
siempre había estado destinado a ser: poderoso, exitoso, brillante. Me colmaba de regalos, me llevaba a vacaciones lujosas y le decía al mundo que yo era la mujer que lo había salvado. Era el novio perfecto. Era amable y el hermano de mi mejor amiga. Era el amor de mi vida, y todo lo que vivimos me hizo creer que había ganado, que había sanado su corazón. Pero no, para nada... Solo había puesto una miserable curita sobre una herida que seguía supurando debajo, y en cuanto Annika volvió a la ciudad, rica y exitosa, la arrancó. Él empezó a actuar de forma extraña: cancelaba nuestras citas en el último momento, se la pasaba todo el rato con
una actuación. Era una mentira que se contaba a sí mismo y a mí. No intentaba hacerme daño; en su mente, estaba siendo bueno conmigo. Pero su versión de "bueno" era una jaula construida con comodidad
o. La mujer que me devolvía la mirada era una tonta. Una tonta amorosa y devota. Una lágrima resbaló por mi mejilla, caliente y punzante, luego otra, y otra... pero no sollocé. El dolor era demasiado profundo para eso. Era un grito silencioso e interno. Ya no sería una sustituta. No sería su puerto seguro. Respiré hondo, y la decisión se asentó en mi alma como un bloque de hielo. Me iría. Desaparecería de su vida tan completamente que sería como si nunca hubiera existido. Mi celular vibró sobre la encimera
ovio músico, y la idea de dejarlo y
rradora surgió de la profundidad de los esc
e que lo cambiaría todo. "No te preocupes, Charle
o ha