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Historia
La Esposa Descartada: El Ascenso de una Leyenda Legal

La Esposa Descartada: El Ascenso de una Leyenda Legal

Autor: Rabbit
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Capítulo 1

Palabras:1687    |    Actualizado en: 29/08/2025

a perfecta del fiscal estrella de la Ciudad de México, Santiago Vargas. Cambié mis expedien

, dijo con un suspiro. "Sabía que volverías a mí". El tiro de gracia de nuestro matrimonio sucedió en un restaurante, cuando un mesero

leves marcas rojas que aparecieron en la mano de su exnovia, e incluso la llevó de urgencia a una clínica privada. S

esentando al hombre que él estaba acusando, en el caso más importante de su carrera profesional. Santiago no tenía ni idea de que la sumisa

, la comunidad legal había especulado, preguntándose qué había sido de la prodigio que nunca perdió un caso. Algunos afirmaban que se

un jarrón minimalista, con movimientos cuidadosos y silenciosos. Eva Santos, antes conocida como Némesis, ahora se hacía llamar Eva V

trajes sastre y sus expedientes legales, cambiándolos por delantales y libros de cocina.

er una joven y prometedora abogada, enamorada en secreto del brillante fiscal al que a veces se enfrentaba en juicios simulados. En una ocasión, vi

arse a construir su imperio. Santiago nunca la superó. De hecho, su casa era un museo de su obsesión por ella. A pesar de que no había fotos de Valeria en las paredes, su presencia estaba en todas

su inteligencia y habilidades en un solo caso, el cual resultó imposible de ganar: que Santiago llegara a amarla. Después de

al tenue aroma floral del perfume de una mujer. Estaba más borracho de lo que Eva lo hubiera visto jamás. Entró a trompicones en la sala de estar, donde su esposa lo esp

do el hombre apoyó su pesado cuerpo en ella, su aliento caliente le golpeó la oreja. Por un momento ver

entro de su pecho. Quizás ese era el momento que había estado esperando. Tal vez el alcohol había logrado derribar los muros que los separaban.

un rayo, y sus esperanzas se hicieron añicos, convirtiéndose en un polvo fino y afilado que llenó sus pulmones. No di

ción silenciosa. La luz de la luna trazaba las afiladas líneas del apuesto rostro de su esposo; un hombre aclamado por toda la c

de guardada algunas viejas pertenencias: un diploma enmarcado de la prestigiosa universidad donde estudió derecho, el ITAM, y trofeos de competencias de juicios

go el nombre de su esposo, cuya foto de perfil era una mentira sonriente y pública. Poco después, su dedo se detuvo sobre un

lla sabía que Arturo contestaría, porque siempre trabajaba hasta tarde. Recibió respuesta después del segundo timbrazo. "Diga". La voz familiar

ad, probablemente con un puro entre los dientes, y sus agudos ojos entrecerrados. "¿Eva?", preguntó él con una voz teñida de incredulidad. "

o para el corazón herido de la mujer. Alguien

s juicios", refunfuñó el hombre. "Cada vez que tengo que lidiar con esos tiburones corporativos de segunda, maldigo tu nom

a con ojos cansados y el pelo recogido en un moño sencillo. Vest

bajando la voz. Él era una de las pocas pers

o nada", respondió ell

río llenó sus pulmones, llevánd

evemente. El hombre soltó una exhalación lenta y satisfecha, antes de contestar: "Me

ándo

sa del hombre cuando este dijo: "La oficina con vista a la ciudad te está esperando. Bi

de contingencia que pensó que nunca necesitaría. En ese momento, su celular sonó; recibió un mensaje de S

ación, tomó un bolígrafo y firmó los papeles con un trazo decidido. Su

y dolorosa espera por un hombre que nunca la amaría.

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