rnardo de la Torre que tenía delante era un extraño. El reloj carísimo en su muñeca, el cálculo frío en sus ojos, el au
s audible. Yo solo era una terapeuta de
probablemente costaba más que todo mi edificio
o. Un cojín rosa y afelpado con las iniciales "E.B." bordadas
n dolor sordo y punzante. Tomé el cojín y lo puse en el
siempre olía ligeramente a aserrín y café. Había ahorrado durante un año para ca
cante. Miré por la ventana las luces de la ciudad que se desdibujaban
exclusivo de la ciudad. El tipo de luga
na vez. Yo había pegado la cara al cristal como una niña, admirando
os hombros con su brazo-. Cuando mi gran proyecto d
o el sueño se había con
n mar de seda y joyas. Bernardo, sin embargo, encajaba a la perfec
ciudad. Bernardo pidió por los dos en un francés fluid
retirara antes de hablar por fin. Su voz er
te dist
mi copa de vino t
a clínica. Cuando el
nte, su expresi
cercó una copa
ugerencia. E
ja y peligrosa-. Evelin y yo nos vamos a casar. Nuestras familias
ortó el
compli
delante, sus ojos
supuesto. Puedes quedarte con el departamento. Te daré una generosa
me dejó s
abras sabiendo a veneno-. ¿Tu esposa secreta, e
somó a sus labios.
to nada por ti. Mi cuerpo no siente nada por ti. Piénsalo como..
dos años que lo había amado, cuidado
agradecido. Así que pagaré esa deuda. Ponle precio. Un
corazón. Pero mi entrenamiento como terapeuta entró en acción. Mantuve
-pregunté, mi voz temblando li
nido corto y ag
irmé cuando no recordaba quién era. Fue
Ben -supliqué, el nombre escapá
ro se e
por ti. Pero yo no soy Ben. Nuestros mundos son demasiad
su vino, su mirad
. Lleva dos años esperándom
¿Qué me
pero me las tragué. No lloraría d
n voz fría-. Ac
se me debía. Me debía los dos años de mi vida que le había dado, las deud
e alivio aparec
gado redactar
abor amargo en la boca-. Me trajiste aq
parpadeó en sus ojos. Un fan
as venir aquí -dij
dio un estú
sonó su
a mujer, dulce y risueña. "¡Bernard
esvaneció, reemplazado por una preocupa
e una tierna ansiedad que nunca me había mo
conversación, pero su ro
muevas. Voy para al
camente, agarrá
Tenemos
dónde? ¿
miedo -dijo, sacándome del resta
na de negocios" porque su prometida tuvo un mal
una colina. No disminuyó la velocidad, simplemente me arras
dijo, con la voz tensa-.
staba utilizando. Yo no era su esposa, ni siquiera un recue
cama gigantesca. En el momento en que vio a Bernardo, se levantó de u
eño más horrible! -gimi
Le tomó la cara entre las manos y la besó
echo. Allí, sobre su corazón, había un tatuaje. Un diseño delicado e int
de devoción-. Me lo hice por ti, mi amor. Un sí
l último aliento ab
una rosa para mí, porque dijo que mi amor le había permitido florecer de nuevo. Ha
bía sido p
No podía respirar en esa ha
voz de Bernardo fue aguda,
e la vuelta-. Parece que ya está bien.
eres recuperar es
lgo en alto. Una pe
e él. Pensé que la había vendido hacía un año y medio a una casa de empeños para cubrir lo último
a había tenido t
como trozos de hielo-. O