de hadas. Los novios de la prepa que sí la hicieron, el CE
. Era una foto de la mano de su asistente sobre su
cable de veneno. Me mandó fotos de ellos en nuestra cama y un video de é
perfume. Le estaba comprando un departamento de lujo y planeando su f
cumpleaños. Me mandó una foto de él, arrodillad
toda nuestra fortuna en bonos al portador imposibles de rastrear y le
ís con ella, yo volé a La Paz. Cuando regresó a casa, encontró una mansión vacía, los pa
ítu
Teníamos dieciséis años, apretados en el asiento tras
da, batallando con el broche de mi sostén como si
arlo yo misma. Se puso rojo como un tomate, incluso
ioso. Fu
no podía desabrochar un sostén se convirtió en el C
la prepa que lo lograron. Elena y Damián Ferrer. Una mar
vida era
e dejó d
llegó un martes. U
na foto, s
rosa chillón, descansando sobre el muslo de un h
is oscuro que reconocí al instante. Yo se los había comp
una delicada pulsera de oro c
se me ib
. La había
o en la fiesta de verano de la empresa, con una sonrisa demasiado br
con un ritmo frenético y do
odía
lo
contra la pared. Llamarlo y exigirle una explica
lo
rabia. Miré la foto hasta que los detalles se volvieron borrosos,
¿El chico en el asiento trasero del Vocho? ¿
gado de lo Familiar. El edificio era
a del secretario, con
ara cambio de nombre -le dije
s lentes en la punta de
sonales -dije, c
era Elena Ferrer, la esposa de un multimillonario. Las
to está relacionado co
necesaria. Esto no se trataba de peligro. Se tr
bre tiene
a. -Esperanza Solís. -Solís era el apellido de soltera de
momento. -¿Y usted es actual
lido. Alguna vez fue un motivo de orgullo. Ahora, er
nas. Tendrá que publicar un a
. -Por favor, i
sonoro. Cada sello se sentía como un
ún no podía ver, pero que construiría par
bre. Un nuevo pasaporte. Una nueva vida. Lejos de aquí. La Paz. La costa
ocial. Llegó en un sobre blanco y sencillo. Esp
ducir. Un recordatorio del fantasma
aba en una gala de beneficencia, lucie
e su éxito. Él sonrió con esa
a de oro que yo había puesto en su dedo una década atrá
laudió. La rep
mejor que
ras no significaban nada. Eran solo sonidos, aire vacío. El
menta, y yo era el barc
una hora de distancia. No era un lugar elegante, solo una tienda pequeña y polvor
juego de Damián en la bandeja de
o si el anillo todavía estuviera all
o, examinando los anillos. -Son
-Fúndalos. Juntos. En
xpresión indescifrable. -¿Está segu
z inquebrantable
enda. Esperé, escuchando el zumbido de la rueda de pulir
esó con una pequeña ca
oro. Era fea. Deforme. Todos los círculos perfectos y el bri
perf
yo hubiera escondido la pequeña caja en mi clóset
esposa -dijo, b
rfume frutal y empalagoso
e me quedé allí, como un
Una leve marca roja en su cuello, justo encima
Damián? Quise preguntar. ¿Disfrutaste de
l tiempo de las preg
brazos por detrás, atrayéndo
contacto de sus manos en mi pi
mente. -Estoy c