n ni el diseño de los muebles, que eran impecables y modernos. Era el ambiente, la forma en que todo parec
ones están tomadas. No hay vuelta atrás. - Hugo se reclinó en su
ro el desprecio en la voz de Hugo le dio un giro a sus pensamientos. No era solo el des
a despedir sin más? - le preguntó,
s ojos azules fríos y calculadores, pero n
ctaste del objetivo principal. La empresa necesita resultad
sas no salen como esperas, no hay espacio para dudar. No hay espacio para e
ciudad sin prestar mucha atención a lo que sucedía en su oficina. La imagen de su silueta se recortaba co
nidades que te he dado. Pero los números no mienten. Las decisiones se toman
? - Samantha no pudo evitar que la ira se filtrara en su voz.
ente, su rostro sev
. Esto es negocio, Samantha. No hay
y la rabia era una marea que la inundaba. ¿Cómo podía ser tan frío? ¿Cómo podía despedirla de esa forma,
compromisos que te prometí? ¿Los sacrificios personales que hice por ti y por la
imple obstáculo que había dejado de ser útil. Aquel que siempre
, entonces tal vez nunca fuimos tan cercanos como pensaba. Es ho
que había construido junto a él se desmoronó. La confianza, el trabajo, los sacrificios. Todo fue barrido por
dentro de ella comenzó a quebrarse. Su voz s
racias por... se
na indiferencia que la hizo sentirse aún más pequeña. El cinismo en sus ojos
el pasillo, las paredes de cristal de la torre parecían opacarse frente a ella. La ciudad de
edida, traicionada y humillada. Pero también vio algo más. Una chispa. Algo que aún le quedaba. El deseo d
a se dio cuenta de que lo que sentía no era solo rabia. Era una
marse. Un plan que, aunque incierto en d
algo que lo har