iolentamente, y un temblor comenzó en las yemas de sus dedos, extendié
-susurró, su vo
no ligero y despreocupado-. Fue idea de Damián. Dijo que el gato es
a crueldad no era solo de Karina; era suya. Él la había sancionado. Había ordenado e
rtido, incluso acariciando su suave pelaje una vez. La había visto jugar con el gatito, un
ue saberlo con certeza. Tropezó hacia la puerta, una necesidad desesperada y d
sorientada, cayó de bruces al suelo. Los restos del tazón de sopa se hicier
e un vistazo: Valeria en el suelo en medio del desastre, y Karina de p
lo intentaba darle la sopa a Valeria, pero me la a
or y rabia. -¡Mataste a mi gato! -le gritó,
do -dijo, su voz goteando impaciencia. Dirigió su atención a Karina, limpiando l
mo un mar de invierno. -Limpien esto -ordenó a las s
un brazo y la sacó de la habitación, m
mezcla tibia de la alfombra y se la metieron en la boca. Ella se atragantó, tuvo arcadas y vomitó, su cuerpo re
u cuerpo sacudido por espasmos, hasta que no quedó n
baño, lánguida y rota. Su teléfono oculto, metido en la cinturilla de
e, un salvavidas en el caos-. ¿Estás
seco. El último resquicio de esperanza
? -preguntó, necesitand
ijo-. Consígueme el archivo, y nu
pejo. Su rostro estaba pálido y surcado de lágrimas, sus ojos hundidos. Pero deb
omó. Damián estaba sentado en el sofá, y Karina estaba acurrucada a su lado, con la cabeza en su hombro. Él estaba limpia
eñida de una ternura que hizo que e
na-. Las uñas de Val
la una vez. Después del accidente de coche, cuando la encontró en el hospital, le había so
. Había ensayado su amor en ella, perfeccionado sus
encontrándose con los de Valeria a través de la rendija de la
-, Valeria está aquí. Cr
n endureciéndose inmediatamente en u
ortándola-. Y una desobediente, además. No vuelvas a o
aire, pesada y sofocante. Valeria
ño salón privado conectado al estudio. -Vamos
eria se quedó congelada por un momento, el in
mpartimento secreto detrás de una fila de libros de derecho. Mientras buscaba, escuchó
buscaron a tientas el pestillo oculto. Los sonidos de la
ritaba de agonía, mientras que la otra era una máquina fría y enfocada, decidida en su tarea. No po