e Isa
ndo descifrar los números y las fechas que bailaban ante mis ojos.
je de mi amiga, pero la pantalla reveló algo inesperado: Jeremy Walton. Mi
dar. ¿Por qué me llamaba justo ahora, en medio del día laboral? Nuestra reg
ialmente una inesperada, significaba que algo im
testar aumentaba mi ansiedad. ¿Sería algo de la empresa? ¿O algo personal que
aba. En ese instante, se me olvidaron por completo los papeles que t
taba el teléfono con fuerza, m
, tranquila, son
nde
i oficina -
s en la sala de juntas ah
aber qué pensar. ¿Una junta? ¿Ahora? Y que me estuv
endo hacia la sala de juntas. Jeremy, er
amos casados. Para todos, él era el soltero más codiciado y rico de la ci
uardar muy bien, y a veces, como
. Fue todo por un contrato. Antes de casarnos, éra
arle la presidencia de la empresa. Jeremy era su único h
lo que quería, dejó sin efecto ese co
ente se había olvidado de nuestro matrimonio. Nos casamos en secre
u propia cama. Teníamos que mantener nuestro matrimonio lo más
ra vivía mucho allí, solo lo h
sí tenía la esperanza de que lo nuestro fuer
ro su plan, claro, fracasó. Jeremy tenía sus propias ideas, y en ellas no entraba un mat
stuviera bien y luego observé a mi alrededor
. Abrí la puerta y entré. La gran sala de reuniones estaba impecable. Jeremy est
, noté su mandíbula marcada. Desde donde
e -me di
mí. Pero en vez de mirar el documento, mis ojos se fijaron en sus
ués de que me lo pidió me di cuenta de lo que
o, Jeremy creyó que no me importaba y que estaba tranquila. Él se habí
o. ¿De verdad quiere divo
primera vez que Jeremy me pedía que nos viéramos en la sala
en mi vida de casada. No sabía cómo reaccionar. Mis padres me habían enseñ
dad de México. Ellos me educaron para ser una mujer refinada, sensata
levanté la cabeza y miré a J
te quieres
hacerlo y ya -contes
orque a Jeremy se le ocurrió separarse de mí y terminar con nuestr