Isab
comenzaba a apoderarse de mí. Era viernes, y por el absurdo acuerdo que manteníamos,
o de cualquier otra persona. Sin embargo, su ausencia prolongada me extrañaba. Una y otr
ó; Jeremy tenía llave. ¿Por qué tocaría el timbre? Y, más aún, ¿por qué regresaba tan in
n el pomo, cuando la curiosidad me ganó y me as
aba solo. Una mujer estaba a su lado, y mi rostro se congeló en una mue
ganado fama en el país y de quien se rumoreaba, con titulares cada vez más insistent
abitual y ella con una sonrisa complacida, me quedé
bía llegado demasiado lejos. Esto ya no era solo una farsa;
se giró hacia mí, y luego, con un g
, quién
miró con una calma desarmante, y luego, co
ta martilleaba en mi cabeza: ¿Cómo me va a presentar? ¿Le dirá
respuesta. La frialdad de
l, se encarga de todos mis as
rectamente a la sala, dejándome sin palab
olor que se extendía y quemaba. Los vi allí, abrazados en el salón que se suponía era
empujando sin miramientos para que le
s que no se detendría ante nada para conseguir lo que quería. Mi supuesta invisibilidad
dolor. Me quedé en silencio, como una espectadora, viendo cómo la escena se
stuviera divorciado de mí. Me desprecié a mí mis
fiasco d
me lo entregó con desprecio para que yo contestara, dejando cl
con una voz que intentaba sonar profesion
Rodríguez, la asistente
había tratado, mirándolo con rabia, pero a él
que estaba pasando justo delante de mis ojos. De pronto, mi celular sonó y me sorprendi
a, ¿cómo est
té, apenas crey
erida,
do de la casa, las carcajadas de Jeremy y la modelo se hacían notar. Me
aloa, México. Luego, me vine a Estados Unidos para hacer
y y, poco a poco, está convirtiend