El viento era feroz, azotando mi delgada
minando de un lado a otro
Hailey -dijo, su voz peligrosamente tranqui
ría sido demasiado rápido,
ño y sin filo. No cortó la cuerda que ataba mis manos. Comenzó a serrarla, lenta, delibera
ajo, todavía podía ver la mancha oscura
rda se
a
l rojo vivo. Sentí como si mi cuerpo se
ue de Damián, dándose la vuelta y
estaba convirtiendo en una rutina familiar. Ca
de sus amigos aduladores flan
goteando falsa simpatía-. ¿Todavía v
inc
ienzo. Voy a disfrutar ro
a cara. Sus amigos jadearon. Se rasgó el cuello de s
guien me ayude!
tormenta. Vio las lágrimas falsas de Hailey, su vestido rasga
a, sus dedos clavánd
dad? Tienes que hacer
do débil para siquier
ser una víctima... -Se volvió
traron en la habitación. Un escalofrío d
Damián-. Quédense aquí co
pasar junto a Hailey, ella lo
no es esto
scó -dijo fría
dos hombres avanzaron hacia mí, con s
a inmovilizada en la cama. Uno de
dora me atravesó. Convulsioné, y un chorro de sangre brotó de mi bo
cedió ho
demo
a sangre, sus ojos mu
mi cama comenzó a chillar, u
el Dr. Cuevas entró corriend
hombres, que se escabulleron-.
llamar a Damián. La
Su cáncer... ella está...
n. El pitido frenético de
ña calma
es todo. Este
s, lista para