es. Lo último que recordaba era haber empujado a mi esposo, Diego, par
unción expedida hacía dos años. Los nombres de mis padres estaban en ella. Y luego
la mujer que causó el accidente, viviendo allí. Besó a Diego, con una naturalidad que dolía. Mi hijo, Emil
mi vida, con la mujer que me lo había robado todo. Mi propio hijo, el niño que llevé en mi vientre y
Mi despertar no fue un milagro; fue una molestia. Lo había per
nueva identidad. Una nueva vida. Catalina G
ítu
y persistente que se había instalado en lo más profundo de sus hues
ión del hospital se enfocó lent
octores dijeron q
era el chirrido de las llantas y el empujón violento que le
equeña y cálida ancla en el mar con
Mis padres, Alba y Genaro, también estaban allí, sosteniendo mis manos y agradeciendo a Dios. Mi hijo
rrecto. Doloros
semana después. Necesitaba reactivar mi celular, actua
andadera que el hospital me había proporcionado. La mu
ceño. "¿Cat
voz todavía ron
ema con su expediente". La voz d
a? ¿Qué tipo
a. "Dice aquí... dice q
o. "¿Fallecida? Eso es imposi
loroso la pantalla. "Hay un acta de
or. Tenía que ser una pesadilla burocrática, u
ración en mi rostro, giró a re
ento oficial. Catali
do un ritmo frenético contra mis costillas. Ento
o Garza. Los nomb
bían declarado muerta. El mundo se inclinó, las luces fluoresc
a firma final, la que conf
Eliz
salvado. El hombre cuya vida
i cerebro. El mundo se silenció. El parloteo preocupado de la empleada, el zumbido d
tendió desde mi pecho hacia afuera, congelando
dillas, pidiéndome matrimonio bajo un cielo lleno
ometido, su voz densa de emoción. "No
un proyecto que me habría consolidado como una leyenda en el mundo de la tecnología. La empresa de Diego
lantes. La decisión desinteresada e inst
sto. Para s
del otro vehículo, una mujer llamada Angélica Herrera, también resultó herida pero se rec
ignificaba nada para mí entonces
darme, sonó. Su nombre brilló en la
Su voz era un río de preocupación suave y ensayada. La misma voz que había usado durante ci
nto de devoción para que el mundo lo viera,
razó. Su abrazo se sintió como una jaula.
real. Todo se h
onyugal, sino a la extensa hacienda de los Elizondo donde Di
esde el
er estaba con él, de espaldas a mí. La m
a misma complexión, un rostro tan sorprendentement
casual, familiar. Él no se apartó. Pasó un
pó de mis labios f
Sus ojos se abrieron con pánico cuando
palabras rasgando mi garganta. "Está
Las excusas salieron a trompicones, torpes y patéticas. Corrió a mi
su rostro un cuadro de angustia. "Haré lo que s
por un mensaje de pánico de Diego. Emil
lizador pero firme. "Diego ha pasado por mucho. Ang
gó mi padre. "Tienes
unido de presión silencios
una pequeña y tonta parte de mí quiso creerles. Es
piro tembloroso y a
mana después, Angéli
ente, como si hablara con una niña. "No podem
ndo fui a casa de mis padres, buscando
sa del comedor. Angélica estaba allí, sentada entre mis pa
élica. Me vio parada en la puerta y su ro
ió, su voz aguda y cruel. "No la
ueño y acusador a Angé
dijo nada. Solo se quedó allí,
Fuimos nosotros quienes animamos a Diego a seguir adelante. Angél
ndo?", mi voz era
re, Genaro, carraspeando, "si pudieran apren
que por un momento, pensé que estaba alucinando. Querían que compartiera
silencio. Su silen
gritó Emilio, su carita
de mi esposo, el expectante de mis padres, la sonrisa triunfante en
u nueva y feliz vida. Mi despertar no habí
perdido todo. Mi esposo, mi hijo
sin decir una palabra. Me subí a mi c
Un número desco
té. "¿
y Kael. Ka
llante, mi amigo. El que me había dicho
", su
ahora soy socio en una firma en Zúrich. Necesitamos a alguien para dirigir nuestra nueva división de
entidad. Una
La casa que acababa de dejar
mi carrera, lo único que era verdaderamente mí
y dura por primera vez
llamas detrás de mí. A partir de ahora, Catalina