do me quemaba en la
ón. Fui a la cocina, encontré el labial rojo que Brenda había dejado
e?, pensé. Yo te
tima maleta justo cuando
endido de ve
esto? Un poco dra
curva débil y condesc
admito. Pero es por el bien de la empresa. A ve
igo, tratando d
esta noche. A nuestro restaurante ita
renda entró, llevando una bolsa de comida para llevar
Ricardo -dijo, con voz empalagos
e sonrió
de equipo. Anticipa las necesidades
tomar
emos tus maletas. Po
como si su toq
N
ra del encantador director general se desvan
ñeca, su agarre
me d
ectamente a los ojos-. No soy tu so
Estás hormonal. Brenda es vital para el futuro de esta em
una mirada de falsa pr
s escucharlo. Él sabe l
ó, sus nudillos blancos. Podía sen
o -dije, mi voz una
finalmente estallando. Me arrastró hacia la recámara
dor y cerró la puerta de golpe, el
hacia atrás. Me tropecé con un zapato s
cegador me atra
absoluto, que me robó el aliento.
onca de pánico-. ¡Ricardo,
ado de la puerta. Un
ndo que mi visión se nublara-. El be
avés de la puerta
ica, Sofía. Solo estás
de Brenda, un
stá tratando de llamar la atención. Vamo
or el pasillo. Oí cerra
ba s
estómago mientras otra ola de agonía me desgarraba.
hacia
Tanta
ía luchado, se estaba desvaneciendo en e