s cercano a nuestra parcela, con su libro abierto, esperando que yo fuera a él. Hacía un pequeño silbido, una melodía que solo nosotros conocíamos,
gnoré por completo, concentrándome en arrancar
nía respuesta, se levantó y caminó dir
ando?" , preguntó con un tono de falsa am
ojos por el sol. "Te escuché perf
mbrado a que le respondiera así. "Bueno, es que... ten
ro. El pozo estaba más
orso de la mano. Lo miré directamente a los ojos. "Ricardo, ¿tus pie
Elena? Siempre has sido tan amable. Además, te traje este libro para que lo leas" .
blando de cosas que no me interesan, a partir de ahora,
e enojes. Sé que te gusto. ¿Por qué no me traes también alg
lo era egoísta, era un parásito desvergonzado. Se creí
cuarenta años. "Nunca más en tu vida vuelvas a pedirme nada. No soy tu sirvienta. No soy tu
ablas?" , balbuceó,
é qué tontería. Y el dinero de las últimas tres cosechas que te di
caron, habían escuchado la discusión. Mi padre, un ho
preguntó mi padre, su voz era tranq
sobre un malentendido y se fue casi co
iste bien, hija. Ese muchacho nunca me ha gus
ez, sentí el apoyo incondicional de mi
imas de gratitud. "Gracias, papá. Les prome
"Lo sé, hi
dena que me había atado durante toda un