foros se llenaron de capturas de pantalla de la pareja perfecta, El Charro de Oro y La Dama de Rojo, sonriendo bajo el cielo
mis rodillas. Me sentía vacía, como si me hubieran arrancado algo de dentro. N
cesitaba un cierre. No podía dejar las cosas así, en el aire, con una humillación pú
adora. Necesito hablar con usted en person
nmediato. "Claro. En el café 'El Colib
que había perdido, que viera a la verdadera Sofía. Me solté el pelo, me puse un vestido sencillo pero elegante que resa
asar, mujeres que me miraban de arriba abajo. Por un momento, la ansiedad volvió a atenaz
na. Pasaron las 3:00. Las 3:30. Las 4:00. Héctor no aparecía. Le
ícula. El sol comenzaba a bajar, tiñendo el cielo de naranja. Me
roto y la dignidad por los suelos, dos hombres comenzaron
prisa?", dijo uno de ellos,
ás solitaria. Me rodearon, bloqueándome el paso.
se detuvo bruscamente a nuestro lado. Un hombre alto y de complexión atlética bajó del asie
ó, su voz era tranquila pero fir
acilaron por un segundo y luego
se acercó. "¿Estás bien? Soy el capi
respondió a mi mensaje de esa tarde. Estaba en la sed
e estaban cerca. "Probablemente esté llorando en algún rincón. Qu