o sentía su calor, solo un frío profundo que venía desde adentro, un frío que era el recuerdo de una vida entera de dolor. Tenía la mem
humillación y un final trágico. Pero esta vez, no era una víctima confundida, era una mujer con una segunda oportunidad, un regalo que no pensaba desperdiciar. Se levantó si
para la cena de aniversario que nunca sucedería. Bajó las escaleras y la casa estaba silenciosa, una calm
unas horas, sus hijos, Mateo de diecisiete y Sofía de quince, bajarían a exigir el desayuno, que Rodrigo se quejaría si el café no estaba exactamente como a él le gustaba.
duda. La abogada, una vieja amiga, no pareció sorprendida. "¿Estás segura, Ximena? Rodrigo es un
ada a una ilusión. Sabía que el mundo la juzgaría, que la llamarían loca por dejar a Rodrigo Rivera, el exitoso dueño de la cadena de restaurantes "Sabor Imperial", un hombr
estaba en el jardín, riendo a carcajadas mientras Mateo le lanzaba una pelota de fútbol americano. Sofía estaba senta
cálida, una que él no le dedicaba a ella desde que eran novios. Vio cómo Sofía le mostraba algo a Camila en la revista y ambas reían como confidentes. Vio cómo Mateo le daba una palmada amistosa en el hombro a Camila. Eran una fam
debilitado por la enfermedad, una enfermedad que nadie notó porque estaban demasiado ocupados con sus propias vidas
sus hijos de lo que ella jamás fue. Recordó morir sola, con el sonido del monitor cardíaco como única compañía. Ese recuerdo, esa visión de su prop
os regalos de Rodrigo. Regalos que eran una forma de compensación, de mantener las apariencias. Sin dudarlo,
itió que la nostalgia la debilitara. Limpió el joyero, dejando solo las piezas que su madre le había heredado. Todo lo demás, los diamantes y las pe
Su rostro, usualmente impasible, se contrajo en una mueca de confusión y enfado. "¿Qué demonios estás haciend
to?" Pateó una de las bolsas. "Son tus regalos, Rodrigo. Ya no los quiero," respondió ella. La in
rcio, Rodrigo." La frase cayó en el silencio de la habitación como una piedra. Él la miró fijamente, y luego, una risa seca y sin humor escapó de sus labios. "¿Divorcio