novena vez que m
ria. El auto de carreras perdió el control, girando como un trompo de metal y fuego, dirigiéndose directame
no lo pens
brutal, me empu
s antes de estrellarse contra el muro de concreto. Mientras la oscuridad me envolvía, vi el rostro de Sebastiá
circuito, una mancha roja y br
nagésima
a, con una certeza que me helaba el alma, que el ciclo estaba por terminar.
equipo. El olor a metal, sudor y antiséptico barato llenaba el ai
espert
huesos rotos se soldaban y la carne se unía de nuevo,
entina se asustó mucho por tu c
ue tardaba demasiado en arreglarse. A su lado, Valentina se afer
ago. "Pobrecita, mira cómo quedó. Aunque, la verdad, Ximena, deberías tener más cuidado. Casi
vientre que apenas se notab
rte". Luego se volvió hacia mí, su tono aún más duro. "Escúchame bien, Ximena.
ostillas al volver a su lugar. El dolor era agudo, pero mi m
or mi silencio, chasqueó l
ije que te disculpa
ndiferencia pareció enfurecerlo
arreras. Está hecho un asco, lleno de t
os zapatos de diseñador. Sebastián, sin dudarlo, me ordenó que me quitara el vestido y lo pusiera sobre un charco p
a sangre para no incomodar a la m
lenta
á bi
es de que pudiera poner un pie dentro, el mayordomo, sigu
limpiáramos antes de entrar. P
millación. Entré a la casa empapada y temblando, solo para encontrar a Valentina esperán
ar exhausta. Ten, come un p
ca a los mangos. Una reacción anafilá
aba la escena desde el umbral de la puerta, con los brazos cruzados. P
fruta fue reemplazada casi al instante por un picor en mi garganta. Mi leng
astián r
¿Qué crees
iolencia brutal, me metió los dedos en la garganta, forzándome a vom
u rostro contorsionado por la ira. "¿Crees que
. Me dejó en el suelo del baño, t
entar algo así! Tu
o, sintiendo las lágrimas de frustración correr por mis mejillas. La do
gritando que saliera, pero luego se rindió. Escuché su voz, calmand
la hinchazón había bajado, pero mi cuerpo estaba débil. La pu
Son para l
intento de suicidio hubiera sido
ré uno. Vamos a averiguar cuál es el secreto de tu inmortalidad. Ese pode
nrisa se dibujó en mi rostro. Un laboratorio. Dise
mero
on una voz ronca. "
ero lo atribuyó a su autoridad. Se fue sin
na mue
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