al a cualquier cosa que le recordara a mí, a nuestra vida juntos. ¿Tanto me odiaba? ¿O era a sí mismo a quien no podí
la de sorpresa y furia mal disimulada. Su máscara de socialité perfecta se resquebrajó por un segundo, revelando la ansiedad de quien depende del favo
nidad, su rostro lleno de desesperación. Vi a un proveedor, un hombre mayor que había trabajado con mi familia por años, esperando pacientemente a que Daniel le consiguiera una audiencia con Ricardo, su
ada oscura, un grupo de vecinos había improvisado un pequeño altar, con velas, flores y fotografías mías sonriendo, cortando un pastel de bodas, cargando a un perro callejero que había adoptado. Escuché sus murmullos, r
vio el pequeño altar, frenó bruscamente, su rostro se contrajo en una másca
átigo. "¡Quiten todo esto ahora mismo! ¡Prohibido mencionar su nomb
da por su violencia. Un hom
s honrar su memoria, e
"¡No saben nada! ¡Limpien esto o haré
ejando tras de sí un silencio
r afecto que pudiera haber quedado en mi alma se congeló, convirtiéndose en un témpano de hielo afilado. La desesperación me inundó, si él podía se
jardín, un lugar que yo había amado y que él había dejado morir. El silencio allí era diferente, no estaba cargado de su presencia, era un
más influyentes del país, era un despliegue de poder y riqueza. Durante el brindis, un
talentosa esposa, Ximena" , dijo Don Armando, su voz resonando en el silencio repentino. "Muchos aquí probamos sus creaciones y vimos
o todos me habían olvidado, mi trabajo
dillos blancos mientras apretaba su copa. Se inclinó hacia Don Armando, su
ncargaré de que su 'respetada' empresa familiar se hunda en la bancar
e fue claro para todos en la mesa, Ximena estaba muerta y enterrada,