da, ansiosa por terminar la llamada. Ni siquiera me dijo "te amo". Antes,
smero, se sentía ajena. Era la habitación de la "hija adoptada", grande y lujosa, pero siempre un poco apa
anso para demostrar mi valía, para ser la hija perfecta, la empresaria exitosa, la prometida dev
la obediencia ciega, el amor no correspondido. Iban a pagar, todos ellos. Ri
e dolor, ahora se solidificaba en mi mente, cada deta
propuesta. Por un momento, me permití sentir una punzada de excitación. No
on su número y le env
s listo para empe
n instante, una idea loca cruzó mi mente, ¿y si era el famoso Mateo Garza, el CEO del conglomerado de medios más grande del país? No, imposible. Sacudí la cabeza, riéndome de mi
na marca de moda en auge, me hiciera pasar po
de México, Mateo Garza presidía una reunión con sus ejecutivos. El ambiente era tenso
les ocurrió?", su voz era fría, corta
, vibró sobre la mesa. Lo ignoró. Pero volvió a vibrar. Con un gesto de irritación,
era de ninguno de e
s listo para empe
ransformando por completo su expresión severa. El cambio fue tan
derecha, que estaba sentado a
o bien?", se atr
a no abandonaba sus labios, y un brillo de pura diversión bailaba en sus ojos. El CEO frío y calculador hab
ara su deleite,