subiendo por mi espalda. Cada palabra que salía de esa habi
jo ilegítimo", continuó Mateo, su voz llena de una falsa preocupación. "Eso sería una
. Se sentó en el regazo de Mateo, justo allí, en la habitación del
Un chef? Por favor. Y esos años que pasó como médico en zonas de conflicto... quién sabe con quién se metió. Las relaciones allí son un
s, yo era virgen. Ella me había dicho entonces que era el ho
. "¿Pero qué pasa si Ricardo te
camentos para la infertilidad en su comida. En su café de la mañana, en sus guisos. Ya no puede tener más hijos. Ya que ha
ue ella preparaba con tanto "amor". El ca
Nunca te dejaré preocuparte", continuó ella, su tono volviéndose jugu
das, el sonido de sus cuerpos moviéndose juntos, enredándose apas
a engañado desde el principio. La imagen de Sofía, arrodillada en el suelo de nuestra c
mo la había abofeteado en la cena la noche anterior porque derramó un vaso de agua, y ella no dijo ni una palabra. Ni una lágrima. Solo se quedó quieta,
" tuvo dos años. ¡Claro! Lo hizo para cambiar a los niños, para asegurarse de que yo no notara nada. Permitió que mi hija se convirtiera en una
or que amenazaban con ahogarme, y abrí l
es culpables. Sofía se arregló el vestido apr
to frío afuera, podrías resfriarte.
fundas. Me picaba la espalda y no podía alcanzarme, solo le pedí a Mat
a mí. Pasó un brazo por mi cuello, una mu
eparables. Aquella vez solo nos acostamos porque bebimos demasiado. Si hubiéramos que
ió Sofía suavemente, pero no hizo ningún movimi
a sin vida a un lado de la cama, caído en el suelo. La línea del electrocardiogra
esó el pecho, tan intenso que me costaba respirar. Esta era mi hija. Maltratada durante años po
, su voz teñida de una falsa inocencia. "¿E
ven a esta mocosa al crematorio. Que esparzan sus cenizas en cualquier lado. Ella nunca de
sobre el suelo estéril del hospital. Había matado a mi hija, nos había separado para siempre, y ni siquiera quer
voz saliendo
ales, divo
te dije que Mateo y yo no hicimos nada. ¿Es necesario que te aferres al pasado? ¿So
s que Emilio casi se quema jugando con fuego? ¡Ni siquiera te he preguntado
ce que te he consentido demasiado. Te lo digo ahora
la siguió apresuradamente, no sin antes l
ivorcio, yo no necesitaba su consentimie
n susurro. "Acabas de enviudar, y yo estoy a