evo. Sus palabras confirma
o hay ningún otro donante compatible. La única opción pa
ra se sentía como una soga al cuello. Cada palabr
s frente a Eduardo, sin importarle la gen
lvalo. Salva a mi hijo. Haré lo que quieras. Te serviré como una e
resión de falsa pena. Se agachó para leva
n poder. Luego me miró a mí. "Hermano, ya te dije que lo haría gratis. Pero tú te n
e demandas, sabore
por ciento de las acciones de mi empresa. Firm
nosotros. Su rostro era una máscar
nero, te juro por mi vida que dejarás de ser mi hijo
iendes...", c
¡Es tu sangre! ¡Tu hijo! ¡Y tu hermano está dis
momento para jugar
sabes. Ricardo tiene todo. Yo apenas tengo para vivir. Si dono un riñón, mi salud quedará comprometida. ¿Quién
a, se volvió haci
dinero! ¡Pero no puedes recuperar a Manuel! ¡Es nu
ntió, apoyan
rte de que él y su familia estén bien por el resto de sus vidas. Es
habitación, cargada de un significa
o por la escena fa
a comenzado con la diálisis. Es un procedimiento doloroso y agotador, especialmente pa
to que limpiaba su sangre porque su propio cuerpo ya no podía hacerlo. Cada deta
a presión era inmensa, un peso apl
la frialdad que necesitab
como el acero. "Si va a morir, que muera. Cada quien ti
ncio de horror, de incredulidad absoluta. Había cruzado una línea de la