img La Monjita Que Desafió Al Destino  /  Capítulo 1 | 18.18%
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Historia

Capítulo 1

Palabras:1174    |    Actualizado en: 09/07/2025

años de Mateo, el heredero. En un rincón tranquilo de Oaxaca, a cientos de kilómetros de distancia, yo, Sofía, recibí la carta de mi p

z a

che de colección. No fue a propósito, fue un accidente infantil, pero la reacción de mi padre fue desproporcionada, brutal. Me miró con un desprecio que

dre había muerto años antes, y con ella, cualqui

ió en el convento no como a una niña cas

ita" , dijo, sus ojo

o sobre la fuerza interior y la dignidad. La gente del pueblo me quería, me respetaban

uelta. No por amor, no por arrepentimiento, sino como

ena me entregó una pequeña bolsa de tela

a menos que te sientas completamente perdida, cuando sientas

sencillo vestido. No entendía su advertencia, pe

brumaron. La mansión era aún más grande y opulenta de lo que recor

ñador, bebían champán y reían a carcajadas. Me sentí como un fantasma de otro mu

una breve inclinación de cabeza fue todo el reconocimiento que recibí. No había afecto en su mi

contraron a través del salón. Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro. Se acercó, no c

ña" , dijo en voz alta, para que sus amigos lo oyeran.

ado Alejandro y una chica

rezar y viniste a probar la vida real?"

de todo, una parte ingenua de mí alber

umpleaños" , dije, mi

que tu presencia aquí es un regalo? Hueles

o se ace

n clase que vive con monjas. ¿Es cierto que tu padre

ró de arriba a

de tu montaña? Nunca, jamás, serás como nosotros, ¿

nsa. Él simplemente se dio la vuelta, continuando su conversación como si nada es

amente como querían que me sintiera. Me di la vuelta y caminé hacia el jardín, lejos de las mi

en mi garganta era tan grande que apenas podía respirar. Me sen

sa que me dio Doña Elena. La abrí. Dentro no había un amuleto, ni h

esdo

con la caligrafía firme de mi maestr

te chi

de dolor, de abandono, de humillación, se cristalizaron en una resolución de acero. Ya no era la niña asus

as. Se acabó la espera

no con vergüenza, sino con orgullo. Sequé

é a la

fría y directa. Crucé el salón, ignorando los susurros y las miradas burl

clara y fuerte, cortan

mi tono. La sonrisa burlon

mpesina? ¿Vienes a pedir

los ojos, una mirada

Tú y papá me trajeron de v

en su garganta, y sus

Nos vas a echar una maldició

tienden quién soy yo. Mi maestra me llama 'la niña bendita' . La bendic

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