cientos de conversaciones se mezclaba con la música suave y el tintineo de las copas de champán, era la celebración
sonrisa era genuina, a mi lado, mi esposa Sofía, lucía deslumbrante en un vestido de diseñado
ra todos", su voz sonó a través de lo
rada, algo febril. El personal del evento desplegó detrás de ella algo que me dejó helado, un g
Sofía, su voz temblando de una emoción que yo no reconocía. "He encontrado a m
ando mi reacción, mi sonrisa de esposo orgulloso. Pero yo no podía moverme, mi copa de champán se
gigante, "sean testigos de nuestro amor, quiero que firmen
baile flamenco, Miguel Ángel, un tipo esbelto con aire de artista. Él
ncé hacia el escenario, sintiendo cientos de miradas so
de la altura del escenario, y
si yo fuera un niño tonto que no entendía las cosas
aba a quemar la niebla de la confusión. Saqué mi cartera y extraje el ac
amilia y al honor, no podía procesar la escena. Miguel Ángel palideció y dio un paso atrás, s
ulminó con
la oyera. "Nunca entendiste nada, Miguel Ángel es mi a
ocido cuando no era nadie, una chica de un barrio pobre con una ambición feroz en los ojos. La amé, la saqué de la pobreza, le di un nombre, una e
bras salieron de mi boca antes de qu
precio fue reemplazado por
olvides quién te hizo, Ricardo, esta empresa, esta vida, tod
, de lo mucho que yo me había negado a ver. La mujer
un tono suplicante y falso, tratando de controlar los daños. "Rica
l honor que mi padre me había inculcado, el valor del trabajo duro y la lealtad.
no que ella hab
a gemela, su nombre es Miguel Ángel, y para que puedan empezar su nueva vida sin estorbos, a partir de este mome
e los murmullos escandalizados, la cara de incredulidad de Sofía y diez años d
revolvió el estómago. Sobre mi escritorio, donde solían estar mis planos y contratos, había partituras de flamenco, copas de vino vacías y una bufanda de seda que
'Toro' no es más que un bruto con suerte, un plebeyo, no entiende
Sofía, una risa qu
este cuarto apestoso a sudor de boxeador", decía ella. "Tú er
el flamenco, sus viajes a España, su desprecio por mis orígenes, todo encajaba. No er
Cada objeto de la casa parecía burlarse de mí, los cuadros caros que ella es
aislado poco a poco, hasta que mi único mundo era ella y la empresa. Me había convertido en una marioneta, y