número desconocido. Su corazón dio un vuelco, pero su rostro permaneció como una máscara de hielo. A su lado,
favor, contesta" , supl
y aceptó la llamada,
ión, llenó la habitación. "Señora Morales
de ocho años, había sido secuestrado esa mañana. Hacía doce horas que no sabían nada de é
pia voz sonando extrañamente calmada,
incredulidad. "¡No, Sofía! ¡Diles que ten
haremos caso a él. Una hora. En una hora queremos el dinero en
, dejando un silenc
pasa? ¿Por qué dijiste que necesitábamos
antalla de su laptop, abierta sobre la mesa de c
enta de ahorros, la de la empre
veía el estado de cuenta de sus ahorros conjuntos. El saldo era casi cero. Y debajo, una única transfe
lla, luego a Sofía, con los ojos desor
ijo ella, cruzá
a o muerte. Estrellita me llamó... su hijo, Mateo... tuvo una recaída. Necesitaba una cir
teo, el hijo ilegítimo que Ricardo juraba era suyo, el secr
ijo" , dijo Sofía, no como una pregunta, sino como
! ¡Estaba buscando cómo, pidien
ría. "Un préstamo. En medio de un
desconocido de los secuestradores. Ricardo la miró, una mezcla de espe
instante. La misma voz metá
un desafío gélido en su mirada. "Sí" , dijo co
ca para gritar, per
acero. "El dinero ya no existe. Mi esposo se lo gastó.
un segundo. Incluso la voz di
ella, tratando de arrebatarle el teléfono.
tú me obligaste a hacer. Tú tomaste una decisión, Ricardo. Elegiste a tu
nuevo! ¡Diles que fue un error!
lo devuelva? ¿Le dirás que nuestro hijo vale más que el suyo? Tú mismo dijiste que
con el rostro descompuesto por el pánico.
pizca de emoción. "Hace seis horas no parecía importart
juramentos de lealtad, de proteger a su familia por enc
mero de los secuestradores de nuevo. É
Ricardo. "Señora, su decisión es... interesante. Per
diera gritar un "¡No!"
ente segura