a muerte había podido borrar. Sentía el fuego recorrer mi piel, devorando cada centímetro, per
vés de la neblina del dolor, vi a mi prima Camila junto a mi cama de hospital. Su rostro
. "Toda tu vida lo tuviste todo, una familia que te ama
mí, su aliento
ntinuó, "todo lo
saron sobre el interruptor. Vi en sus ojos la misma envidia y codicia que la llevaron
s, pr
itido largo y agudo, y
banas de siempre, el ligero aroma a lavanda que usab
rastro de humo ni cenizas. Me toqué la cara, los brazos,
devolvió la mirada era yo, pero más joven, con la cara lle
la mesita de noche.
me dejó s
endio. Un día antes del
a vu
vez, no la iba a desperdiciar. Las lágrimas brotaron de mis ojos, pero no
i familia. A c
enzó a sonar, su timbre estridente era como un e
maba. Sabía qué
Elena, ya había contestado. Su rostro pasó de la somno
están ellos? ¡Dios mío!", exclam
de su estudio, alertado p
, preguntó con su v
éfono, sus ojos estab
anoche. Ellos... ellos no sobrevivieron". Hizo una pausa,
una piedra en el s
que habíamos acogi
ina, envuelta en una manta, con el rostro cubierto de hollín y lágrimas f
a abrazarla, l
le. No te preocupes, estás con nosotros, estás a sal
uedé de pie en la escalera, observando la escena con el estómago revuelto. Conocía cada u
ro, y mis padres estaban a pu
padres me llamaron a la sala. Camila estaba sentada en el sofá, ac
yo hemos estado hablando. Camila se ha quedado sol
ó, con los ojos
a vivir con nosotros, Sofía. La cuidare
la misma que yo les habría dado en mi vida anterior. Camila también l
as quemaduras, la risa cruel de Camila, el pitido f
niendo toda la fue
r uno, deteniéndome en el r
N
mi boca, tan fría y
ro que v
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