stante de las conversaciones llenaban el aire. Fui para una revisión de rutina de mis ojos, una form
ultorio del oftalmólogo, escuché un
os aquí! Si es el gran
ncia y burla. Aunque no podía verlo,
ción de la voz, mi rostro
tu prometido" , continuó Ricardo,
asos apresura
seó en voz baja, pero yo
cambió a una d
sa encontrarte aquí. Vi
" , respondí,
enes que acompañaban a R
o tiempo en el hospital? Digo, con tanto soldado joven y vig
disfrutando esto, mofándose de mí en mi cara, seg
ven soldado leal, d
espeto por el
do se
estamos bromeando.
a, se acercó a Ricardo y, con un gesto íntimo y tierno, le arregló el cuello de su uniforme. Fue un gesto pequeño, casi impercept
bruscamente, dando una señal a
una pequeña sala de espera. La puerta estaba entreabierta. Mi asistente se det
é susurros. La voz de
o, nos pueden v
eligro" , respondió él, seguido de una risa ahogada y el
cruda y vulgar, de su traición. Estaban ahí, a unos met
o, una voz potente
dante Al
icial de Alto Rango,
Escuché un movimiento brusco, como si alguien se hu
pálido y los ojos desorbitados por el miedo. Miró a mi mentor
staba... estaba buscan
ó. Se había escond
chado nada. Mantuve
íbamos" , dije, girándom
tira colgando en el aire. Sabía que estaba aterrorizada, n
la compostura que había mantenido
n gruñido de dolor y rabia escapando de mi garga
e arremolinaban en mi mente. Sus besos falsos, las risas de esos
todo se volviera negro. Recordé haber empujado a un soldado novato fuera del ca
por la que habría dado mi vida
mi trance. El tráfico avanzaba. Puse el coche
i mundo roto. Pero en medio de ese dolor, una reso
No les daría e
e volvía, sería un hombre diferente. Un hombre que y