l bisturí en el suelo como si fuera un objeto alienígena. El re
jano en la sala, el Dr.
andro", dijo con voz s
cucharlo, su mirada est
ó?", insistió Méndez.
chados de la sangre de Valeria, se deshizo de la mas
blancos y fríos del hospital. Cada paso que dab
o no fue culpa, sino una profunda irritación, la molestia
estaba sentada, con el rostro devastado, y el je
ra. "¿Cómo se atreven a hablar de donación de órganos?
s e hinchados de tanto llorar me buscaro
a furia helada. "Murió hace una hora, sola, en una camilla de ur
otó en el aire,
, negando con la cabeza. "Valeria ten
nada que justificara una craneotomía de emergencia. Pero la tomografía de Sofía...", hizo una pausa, su mirada era de pura decepci
a de arrogancia de Alejandro. Vi la confusión en
ión es una dr
usurró. "Yo la revisé,
raste por encima y la descartaste como si fuera un estorbo!
verdad. Pero antes de que pudiera procesarlo,
muró, como un mantra. "Tengo q
a mi madre sola con su dolor y al D
Valeria ya estaba despierta, sentada en la cama, con un
ella le dedicó una son
diendo una mano hacia él
do su mano con una devoción
reguntó, su voz ahora sua
ti", dijo ella, sus ojos de cierva herida fijos en los s
nipulación, sembrando la idea de que yo e
sponder. Su mirada se
se quebró. "...tuvo una compli
de Valeria al instante, un torrent
l rostro. "¡Es mi culpa! ¡Todo es mi culpa!
Fue un accidente terrible, eso es todo. Tú estabas gravemente
d, intentaba convencerse a sí mismo. Necesita
preguntó Valeria entre s
. que no vimos", dijo él, la voz apenas
justificando su negligencia mortal, mientras el cuerpo de su novia, la madre de suhabía sido el instrumento para destruir otra. Y Valeria, la víbora, se acurruc