a con una firmeza que sorprendió incluso a su propio abogado, el licenciado Morales
á irreversible", le advirtió el abogado, como si sintiera l
el documento que sellaba el fin de su matrimonio con Isabella García, para él, este no era el
dado, en su vida pasada, había soportado la ceguera de Isabella, su devoción absoluta por su hermana viuda, Camila, y su sobrino mimado, Mateo,
, fue la imagen de su pequeña Sofía, de solo cinco años, ardiendo en fiebre, luchando por respirar, mientras él, desesperado, llamaba a Isabella una y otra vez sin obtene
u habitación, y con ella, el alma de Ricardo se había roto en mil pedazos, pero ahora, el destino, o un milagr
a Camila y Mateo, que vivían en el departamento de al lado, un departamento que él pagaba, vio los juguetes nuevos de Mateo esparcidos por la sala, mie
ía hacia él con un dibujo en la mano,
en el restaurante", dij
e contenía todo el miedo y el amor del mundo, olía a su cha
al borde de las lágrimas, "escúchame,
asintió,
os", explicó Ricardo, su corazón latiendo con fuerza, "pero si va primero a ver a tu primo Mateo..
la realidad le confirmara lo que su memoria ya sabía, necesitaba
ra, el sonido de sus tacones resonó en el pasillo, Ricardo
erta, sino frente a la de al lado, escucha
dijiste que el niño tenía tos", dijo Isabella, su voz carg
vez, se confirmó, miró a Sofía, cuyos ojitos se habían llenado de una silenciosa
, su voz ahora firme, decidida, "prepara
nto, ambos supieron que su pequeña familia de dos estaba a punto de comenzar un