as, cuarenta y ocho horas pa
a irse a casa, usó ese tiempo para coordinar todo en secreto, contactó a un abogado recomendado por u
pulación a través de la salud de su hijo, el abogado, un hombre de rostro serio llamado si
o la conversación que escuchó es su palabra contra la de ellos, el diario de su
, "por eso necesito que
abnegada, la madre sufrida, agradecía a Mateo por su "apoyo incondici
ba la garganta, cada sonrisa forzada le dolía en los músculos de
lta a Ricardo, Mateo insi
icardo a recoger unas cosas que se qu
tú digas", respondió Mat
do en el estómago, bajó del coche con Ricardo
í, esperándolo junto a un niño pequeño
reía, echando la cabeza hacia atrás, era una escena íntima,
niño de Elena, co
on una alegría y un cariño que Sofía rara vez le
s, con una sonrisa tri
eño Leo", dijo, su voz goteaba veneno. "Mateo me e
ue tuvo la decencia de parecer un poco i
os encontramos a
iones, Mateo", dijo Sofía, su
rna, mirando con desconfia
, vám
pequeño Leo, señalando a Ricardo. "Mi
cargado de la malicia de su madre, golp
ndió detrás de
o había convicción en su voz, era una actuación
hombros. "No quier
or su garganta, se agachó para abrazar
amor, tú eres el niñ
pusiera un alto a Elena y a su malcriado niño, pero Mateo solo se quedó a
a a tu hijo", fue lo único
anta importancia", respondió Elena, restándole imp
der a su propio hijo frente a su amante y al hijo de ella, le demostró a Sofía que c
do del "sueño" de Sofía, hoy, ni siqui
o era una máscara de
na, simplemente tomó la mano de Ricardo con f
de vas?", gritó Mateo, s
ó la vista, vio que la luz en su único ojo sano se había apagado, la inocencia de su hijo ha
Ricardo, "ya n
ondió Sofía, su voz er
a Elena sonriente, cada paso era una declaración de guerra, cad
io del dolor, una nueva fuerza emergía, la fuerza de