en mi costado, y escuché un crujido nauseabundo. Ricardo no s
Animal!" gritaba, su voz
i costado, en mi espalda, en mis piernas. El dolor era tan inmenso que se convirtió en un ruido blanco en mi
ar," dijo, pero no había convicción en
na mano por el pelo, mirando mi cuerpo inmóv
denó a uno de sus guardias que había aparecido en la p
una agonía. Mientras me sacaban de la habitación, mi visión se volvió borrosa. Por u
imonio, en un balcón con vistas a la Ciudad de México iluminada. Me había prometido un mundo de sueño
ido una tonta. Una pieza en su juego. Mi talento no era para él más que un activo, uno que se devaluó en cuanto apareció
nte. Mi cuerpo era un mapa de dolor. Intenté moverme, pero un gemi
a que había trabajado en el teatro durante cincuenta años. Siempre me había trat
urró, entrando sigilosamente con
ña Elena," ment
llenándose de lágrimas. "Ese hom
abrió de golpe, revelando a Val
ía? ¿O debería decir, encontrando
a Elena y lo tiró al suelo. El vaso se hizo
Elena con desprecio. "Y tú, vieja, si vuelvo a verte
orizada. Valentina la emp
mbrante collar de diamantes del cuello. "Mira esto. Ricardo me lo acaba de
vo en la oscuridad, con el sonido de los c
o no iba a destruirme. Esto solo alimentaba mi fuego. En la penumbra, toqué el pequeño bulto en el
a un pequeño trozo de papel doblado. Lo abrí. Era un n
ándome en la pared. Un gemido de dolor escapó de
nando en el pequeño espacio. "
nía que hacerle creer
eció, su expresión era una m
lista para
aré lo que quieras. Seré la asistente de vestua
, una son
está
ue me había lastimado antes, cedió con un chasquido enfermizo. Grité, un grito real esta vez, agudo y
anquila y aterradora. "Ahora quédate aquí y piensa en tu inso
El chasquido de mi rodilla resonaba en mi cabeza. Mi carrera, mi cu