cortinas de seda de mi habitación, todo era de un rosa pastel, lleno de muñecas y peluches
jer con el alma rota y un s
nar, el comedor de la mansión Romero era un espectáculo de luj
ela estaba sentada en la cabecera de la mesa, to
tro estaba pálido y se notaba que había llorado, la mejilla dond
mi abuela me so
i amor, ven, sié
silla a su derecha, ignorando po
días, a
te bien,
on la voz dulce e inocente
luego su mirada se desvió hacia Elena,
haces ahí parada como un fanta
rostro, pero no tuvo más remedio que obedecer, se acercó a la mesa, tom
con un rencor que po
sonrisita, disfrutando cad
bservaba con o
seco, "Quiero que te queden claras un par de cosas, tú no eres nadie en esta casa, no eres una invitada y
, su rostro perdie
eñora I
con crueldad, "Para ti soy 'Doña Isabel' , la señora de esta casa, y a mi nieta la ll
truyendo las fantasías de Elena d
icardo puede ser un tonto enamoradizo, pero mientras yo viva, esta familia y su fortuna estarán a salvo de oportunistas como t
adre y vivir una vida de lujos se est
, una mujer de su entera confianza que ll
pla con sus horarios, no quiero que se pasee por la casa, de la habitación de Sofía a la
ó María con una reverencia, m
por su mejilla hinchada, rápidamente se l
para la señorita Sofía" , dijo con voz temblorosa,
ó una risa sec
engañas, sé perfectamente lo que buscas,
ró hacia mí y su rostr
uno, mi amor, hoy
e mi jugo mientras observaba a Elena,
ea de que la verdadera mente maestra detrás de su tormento e
lo, de sus esperanzas, y la arrastraría por el lodo hast

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