i fue una llamada silenciosa o un mensaje, pero sus actitudes cambiaron. L
a mi lado, su aliento apestaba a alcohol y cigarrillos-. L
pelo y me ob
urarnos de que todo el mundo sepa
lo querían romper mi cuerpo, querían aniquilar mi identidad, todo lo que
, pensando que quizás saldríamos a cenar con Alejandro, fue hecho jirones
ada. Para tu portafolio- se bur
r, en las voces, en cualquier cosa que no fuera la vergüenza que me quemaba la piel. Me convert
Me sentía tan sucia, tan rota, que una parte de mí dese
vo. Estaba a punto de hacerme algo más, pero s
un momento- mur
su co
reguntó el otr
ntre... está un poco
Vi una chispa de sorpresa, quizá
er... ¿Está
me atravesó
ara
ías, en el baño de nuestra casa, con el corazón latiéndome a mil
oré de felicidad. Alejandro y yo lo habíamos intentado durante meses. Mi enfermedad hacía
ena favorita, abrir una botella de vino sin alcohol para mí y darle la noticia. Imaginé su rostro, su sorpresa, su alegría. Nues
lo inmundo, con esa noticia conve
b
eía, surgió de las profundidades de mi desesperación.
avor, a mí háganme lo que quieran... pero a
los. El hombre que había descubierto mi embaraz
pitió, como si fuera un mantra-. Y no hay
onar, me dio una patada bru
e a todos los demás. No era un corte, no era un golpe. Era un desgarro.
ullido de pérdida y agonía q
s oleadas de calambres me sacudían. La sangre empapó los ji
queño milagro.
sentenciado a mí. Había a
eranza extinguida, mi mundo