a desmoronado en el suelo de un bar de lujo, no le produjo a Sofía ninguna satisfacción venga
os la miraban con una nueva clase de respeto, otros con desaprobació
eloj. Ya
en particular, su voz clara y fir
vista desde el suelo, con los ojos enrojecidos y llenos de
ofía, por favor, no te vayas. Tene
omenzó a caminar hacia la salida, su paso seguro y decidido.
torpe y frenético, y corrió tras ella. Justo cuando Sofía estaba a punto
tó, su desesperación convirt
agradable. Sofía se detuvo en seco. No forcejeó
rencia tan profunda y absoluta que era más aterradora que cualquier grito.
edos, que momentos antes se aferraban a ella con desesperación, ahora pa
rme," dijo Sofía,
a Ciudad de México. El aire olía a lluvia reciente y a los gases
n su espalda. Oyó la puerta abrirse de nuevo y supo que la estaba
es en el asfalto mojado. Sacó su celular para llamar a un taxi, pero antes de
velando el rostro sonriente y tranqu
n, señorita?" bromeó, su
disipó los últimos vestigios del frío encuentro
er," respondió ella, inclinán
piloto como un caballero. Fue entonces cuando la puerta tras
ina, su vocecita llen
. Se inclinó para besar la mejilla suave de su
," murmuró la niña,
n la acera a unos metros de distancia. Su rostro era una máscara de devastación. A su lado, Luis
Ricardo pareciera aún más patética. Vieron cómo Mateo ponía una mano protectora en la espalda de Sofía, un gesto de pos
. Una familia real
añicos frente a sus ojos, reemplazada por una realidad innegable y aplastante. Sofía no lo había
o se llevó una mano al pecho, como si no pudier