liar, un eco helado que me recordaba l
recio desde la celda húmeda, us
razón para alimentar el poder de mi
r, me arrojaron al centro del salón, escuchando los sus
ra que ven ahí... ¡es mi hija! Una decepción sin valor, porque
dre era un miembro del Clan del Sol Poni
rtida en una turba
áte
n sus armas y Marta sonreía triunfa
r
na de desprecio, q
, y les solté: "Qué actuación tan conmovedora. Has hecho
de que me devuelvan tod
inter
mano en el pecho de Valentina, no para m
le daba poder, sino también mi propio corazón, l
a mi pecho, un torrente de po
s huesos rotos crepitaron,
ojos dorados, y de mi espalda surgie
ía. Era la heredera de
uien