espetó sin hacer preguntas. Mateo venía a la casa todos los días, bajo el pretexto de discutir los límites de nuestras tierras, ahora que estaban destinadas a u
l de ganadería en el pueblo. Era una cita obligada para todas las fami
e equi
ño. Ricardo la rodeaba con el brazo, le susurraba cosas al oído para hacerla reír a carcajadas. Era un
notó mi mirada. Su
voz baja, su primera muestra de
o una sonrisa.
erficial que se dejaba engañar por halagos baratos y a la mujer envidiosa que haría cualquier cosa por un poco de atención
ejarlo así. Nos encontr
aquí," dijo con sorna. "La gran
pero puse una mano en su braz
go, Ricardo?" pre
aber cambiado un pura sangre por un burro de
un caballo que solo sabe lucirse y tirar
pelea verbal estaba a punto de escal
! ¡Se solt
grado romper la cerca de su corral y ahora corría desbocado por la zona de la feria
que había tropezado y caído al suelo a unos metros de mí. Est
vida anterior me hizo reaccionar. Corrí y la empujé
rlo, quedé y
ojos inyectados en sangre del animal, el polvo levantándose
uzaron. Vi la duda en sus ojos. Por una fracción de segu
a Carmen, que ya estaba a salvo, llora
hacia
ó y la arrastró más lejos del
ola. A punto de
or segunda vez, se sintió igual de helada.
po chocó contra el mío, lanzándonos a ambos al suelo con una fuerza tremenda. Rodamos por la tierra
iendo a mil por hora. Estaba debajo de un cu
Ma
n una intensidad feroz, sus oj
era ronca, llena de un
más allá, la figura de Ricardo consolando a Car
o por Ricardo, cualquier duda que pudiera alb