rio, su rostro era una máscara de compasión profesi
lo sient
l aire estéril del consult
rara, degenerativa.
a un número, a una cuenta regresiva que me robara el presente.
ra, un sol brillante y cruel que no tenía nada que ver
ro aniversari
rdo
chef y mis bocetos de murales. El aire olía a pintura fresca y a soledad. Sobre
cardo n
era un martillo golpeando mi cráneo. La noche c
impulso estúpido, mas
í es
A su lado, una chica mucho más joven, con el cabello brillante y los ojos llenos de una ambición que reco
mano. En el dedo anular de Sofía brillaba un ani
ani
imer viaje a Oaxaca, el que yo había perdido h
odo era un
Ricardo, el mismo donde yo debería estar celebrando nuestro aniversario. El texto de la publicación de Sofía e
n un coro de felici
o se de
aba lejano, como si viniera de otro planeta. Fina
s, Ximena? Es
iversario,
nó hueca,
ude oír la música y
olvidó. Surgió
e contener más el temblor en mi v
risa corta y despectiva
os los mismos. Mírate, siempre cansada, siempre e
ta y cinco añ
, como si eso lo explicara todo. "E
ad. Dejé caer el teléfono, que rebotó en la alfombra. Me acurruqué en el suelo, abrazando mi cuerpo, mientras
ario, supe dos cosas con una certeza aterradora:
naba sin rumbo por mi colonia, vi una caja de cartón abandonada junto a un bote de basura. Dentro, un pequeño
ojos se e
ndono, la misma fragi
io de la ruina de mi vida, había encontrado a alguien más roto que yo. Le puse de nombre Mezcal, por el agave
s, no lloré. Me quedé dormida con el