poder. La Primera Dama, fiel a su palabra, había enviado un mensajero a la hacienda de Miguel
había sido un comerciante astuto que compró su camino hacia la influencia. Ricardo había heredado el dinero, pero anhelaba la legitimidad que s
a de su madre, donde yo todavía me encontraba con mis padres, finalizando los detall
espetó, su rostro enrojecido por la ira. "¿
posaron en mí, ll
gada. Fingir ser la víctima para luego intentar trepar más alt
. Intenta vengarse porque no puede soportar que me hayas elegido a mí.
uro, es real. No un arreglo de conveniencia como el que tenías pla
e sus palabras
u presencia llenando la habit
sión. Ahora, vive con las consecuencias. Y te advierto, ten mucho cuidado. El
cia. "¡No le tengo miedo! ¡Soy el go
primer gran error. Con una confianza e
n y libertad, no de reglas aburridas y rebozos polvorientos." Se rio, mirando mi ropa con desdén. "Además, mi padre es General. N
ambién expuso la peligrosa ingenuidad de su familia. En el delicado equilibrio de poder de nuestro
volvió una máscara de indiferencia helada,
e tranquila. "Lleva a tu... futura pri
me agarró del brazo mientras se dirigía a
fía," siseó en mi oído. "
i mano se movió por puro instinto, y el sonido de
" dije, mi voz baja pe
la marca roja de mis dedos en s
do, se interpuso entre nosotros, s
la primera dama! ¡Y mi padre se encargará de que tú y tu familia de tejedores de trapos se pudran en
stúpida contra Miguel, y una admisión pública de que su padre, el
delante de la Primera Dama, una mujer que entendía el pod
denado a su familia entera. Y yo, en sil