honor tejido con la misma paciencia con la que mis manos tejían los hilos de un rebozo. Mi vida estaba destinada a ser la prime
en la noche más festiva del
lda, un gesto de posesión que ya no me daba seguridad, sino una extraña inquietud. Sus ojos no estaban en mí, ni en los dignatarios que nos rodeab
Xi
al. Cada zapateado era un desafío, una declaración de independencia que resonaba en el pecho de Ricardo. Lo vi en s
sos atronaron, Ricardo se inclinó h
idosa, ¿no cr
mente observé cómo sus ojos seguían a Ximena mientras bajaba del escenario, riendo a carc
trar, seguramente por alguna conexión de su padre, un general con más influencia que tacto. Ricardo,
iado inclinado hacia ella. Sentí una frialdad extenderse en mi pecho, pero mi rostr
brazo y me llevó a un balcón con vistas a los jardines iluminados. El aire fresc
r mirarme a los ojos. "Ten
pe
te. Apasionada. Y q
tiró entre nosotr
para nosotros, Ricar
Yo quiero que sigas siendo mi prometida, Sofía. Eres perfecta para el pa
scando las palabra
. Solo te pido que lo aceptes. Serás la esposa principal, l
que sostenía una copa de cristal con agua de jamaica, tembló violentamente. El líquido rojo oscuro se derram
en el suelo de piedra, un sonido agudo y final que
luego los pedazos de cristal, su ros
echo," dijo, como
. Era mi madre, su rostro preocupado al ver m
é pasó? ¿E
do esa falsa suavidad de político. "No es nada, suegra. Un pequeño
sus ojos sabios
í, intentando tomar m
solución práctica. Serás la primera dama, tendrás todo el respeto y el estatus. ¿Qué más importa? Xime
lación era tan profunda, tan pública. Él no solo me estaba traicionando, me estaba
claridad helada. Lo miré directamente a los ojos, y por primera vez, vio en mí n
" dije, mi voz tan afilada co
mi vestido manchado, mi compromiso roto y al hom