l brazo como si mi piel quemara, pero su
, exclamó, levantando las manos
palabras salieron con todo el veneno que se
delicado, una pequeña mariposa de diamantes. Mi mariposa. El primer regalo que Ricardo me había hecho, en nuest
l cuello de la mujer que h
n cambió. Por un instante, vi pánico en sus ojos, pero
en, Cami. Ese c
Todas las piezas encajaron de golpe: las llamadas misteriosas que él cortaba cuando yo entraba en la habitación, las veces que Camila "casualmente" aparecía cuando teníamos plan
sin alegría esca
sarcasmo que ya no intentaba ocultar. "Se ven tan bie
el único objeto que había
que irme. No quiero interrumpi
habitación que se había vuelto sofocante. Pero Ric
arte, Sofía. Estás h
de mi camin
tó por los hombros, esta vez con m
¡Me estás l
ayudarme, soltó un p
ser preocupada, pero que solo echaba más leña al fuego. Era una táctica b
acia ella. Me soltó bruscamente, tan bruscamente que tropecé hacia atrás y caí al suelo, golp
rrió hacia Camila, tomándola por los brazos con
ó, su voz llena de una ternura que me revolv
anzándome una mirada fugaz por encima de su hom
A ella. Después de empujarme a mí. En ese preciso instante, entendí que no solo había perdido a mi prometido y a mi mejor amiga. Había perd