El vestido blanco, pesado y lleno de promesas, se ceñía a mi cuerpo. En el salón principal del jardín, los invitados, figuras borrosas de sonrisas y b
esposa de Ricardo. Me excuse y caminé hacia una terraza más apartada, un rincón que ha
ces cuand
a a entregar mi vida en menos de una hora, tenía a Camila, mi amiga de la infancia, sujeta por la cintura. Sus bocas estaban unidas
todo se desvaneció en un zumbido sordo dentro de mi cabeza. Sentí cómo el calor de la humillación me subía por el cuello, t
una sonrisa satisfecha y cínica, la que me devolvió a la realidad. Di un paso al frente, el crujido de la tela
sformó rápidamente en una máscara de fastidio. Camila, por ot
do un paso hacia mí, como si fuera a arreglar un
el mundo. La ira me dio la fuerz
do? ¿Estás practicando para el bes
ita, una risita que
abello que el beso apasionado había descolocado. "Fue solo un impulso,
si yo fuera una niña haciendo un berrinche. Ricardo
la solo intentaba calma
steza, sino de una furia helada. Miré sus manos, luego sus
tante. Me acerqué a Ricardo, tomé su mano, la misma mano
me. Intenté poner su mano en la de Camila, en un gesto de burla y renunc
o le quemara. Su rostro se descompuso, la
. ¿Sabes cuánto dinero costó esta boda? ¿Sabes el ridículo que haríamos ante nuestras familias? He
empre había existido esa dinámica, él como mi salvador, yo como la afortun
. No lo encontré. Solo vi a un extraño, un hombre superficial y c
ije suavemente. "H
l, como si caminara a través de lodo. El pesado vest
"¡Sofía, vuelve aquí ahora mismo! ¡Si cruzas
e me miraban con confusión, sus sonrisas congeladas en sus rostros. Fui directamente al c
icrófono
a de sonido. Un murmullo de incredulidad recorrió la sala. "Result
mi antigua vida. Salí del salón, ignorando los gritos de mi madre y la cara de