entre los invitados con una copa de champán en la mano, sintiéndome completamente en mi elemento, cada sonrisa que recibía, cada palabra de admiración, era un l
e, una imagen del pasado se
speraba a Ricardo. Esperé una hora, luego dos, mi sonrisa se congeló y se convirtió en una mueca de humillación frente a cientos de invitados. Él nunca llegó. Más tarde, su mensaje llegó a través de su padrino, un golpe seco y brutal: "Elena no e
tocarla, ahora era solo un recordatorio de la mujer
r, untuosa y arrogante, cor
ro si es la peq
ía perdido el brillo de antes, su traje parecía un poco anticuado y había una desesperación mal disimulada en sus ojos, pero su arrogancia seguía intacta. Sofí
cho más firme de lo que me sentía
isa hueca, una que
que tu marquita de ropa está teniendo algo de
recordarme el lugar que, según él, me correspondía, el de la mujer ab
a los pequeños talentos. Aunque, para ser honest
a luciendo uno de mis diseños más aclamados, un vestido
ocridad y amargura. El alivio era por mí, por haberme librado de un hombre cuya visión del mundo era tan pequeña y cruel. Vi a Ricardo no como el hombre que me rompió el corazón, sino como un empresario en decadencia, un homb
rcó un paso más, su aliento olía
este evento es para buscar inversores. Mi empresa está buscando expandirse, y pensé... tal ve
és. Sofía, con una voz que pretendía ser dulce pero goteaba malicia, se dirigió
a su ex-prometida. ¿No es conmovedor? Después de todo lo que pasó, él todavía tiene un co
asible al de Ricardo y Sofía, disfrutando del drama. La humillación ya no era p