vo, la puerta principal del reservado se abrió de golpe. S
ué ha pasado?" exclam
esa. Se arrodilló a su lado, intentando ayudarlo
é pasó aquí?" preguntó, mirando a
an ser cariñosas, le quemaba la piel. Se puso de pie por su propio esfuerzo
o había amor, ni dolor por la traici
sonando con una claridad inesperada. "D
resquebrajó por un instante. Una fracción de segundo de
ego? ¿Te golpeaste la cabez
de. Diego había
le diste a Ricardo la confianza para atacarme. Tú querías que esto pasara. Que
su expresión cambió. La falsa preocupación desapareció, reemplazada por una frialdad calculadora. Se levan
oz ahora dura y metálica
a farsa de matrimonio. Rodrigo me ha ofrecido un futuro que tú jamás podrías darme. Con él, el impe
ro el dolor en sus co
perio para ti. Cada receta, cada contrat
r, un simple cocinero con suerte. Rodrigo es un hombr
" señaló Diego con calma. "No solo es una traició
jada. Se sentía invenci
era y sacó un fajo de billetes, arrojándolos a los pies de Diego. "Toma,
dinero esparcido en el
ió más leñ
porque creía en la estúpida promesa de tu familia. ¡Promesas! Eso es todo lo
dignidad. Pero en lugar de herirlo, sus palabras lo liberar
voz sonó sorprendentemente ligera
uiero el divorci
ron, sorprendidos por s
na condición,
ición sería una súplica, un intento desesperado de
o," dijo con desdén.
equivocada. La partida de ajedrez apenas estaba comenza