ta cerrada y hablé a
ía escuchando afuera. "Afuera hace frío. Vuelve a tu
riendo por el pasillo. Era mi último acto como su madrastra.
ró y la puerta se abrió. Mi madre entró, con el rostro pálido y an
brazos. "¿Irte? ¿Estás loca? ¿Sabes lo que esto significaría para nuestr
errándose a mi vestido, sus
iensa en nosotros. Piensa en tu
que me había vendido p
z pensaste en mí? ¿En si yo era feliz? ¿O solo te imp
ncapaz de responder
oscuro y los mismos ojos grandes que mi hermana Ana. Llevaba un vestido rojo que resaltaba su figura, y
, rodeando sus piernas
de una alegría que nunca me hab
ió el cabello, su
mi pequeño. N
lo. "Se parece tanto a la primera señora", di
"mamá" por accidente, con su vocecita suave y somnolienta. Cada vez, Ricardo lo corregía con dureza: "Ella no es t
ojos recorriéndome de
o con un borde afilado. "Ricardo me ha hablado de ti.
en mi madre, que todavía estaba a
. "No seas egoísta. Tu de
la levanté
a de otra persona. Ahora quiero vivir la mía. No quiero pasar el resto de mis días atrapada en e
una extraña. Y en cierto modo, lo era. La Sofía que conocía, la obedi