pemente en un pañuelo ahora empapado en sangre, y mi rostro, una máscara de ago
¡Por Dios, q
. En el momento en que sus brazos me rodearon, me derrumbé. Lloré como no
me la vendaron con cuidado. Mi madre me trajo una taza de té de manzanilla, sus manos temblaban. Me sentaron
otas, la crueldad de Sofía. Cuando terminé, el silencio en la habitación era pesado. Mi padre, un hombre genera
su voz era un gruñido bajo y peligroso. "Vo
obre la suya. "No vale la pena. No quiero
de víboras se atrevió a culparte! ¡La señora esa, con sus aires de grandeza, siempre supe que era una hipócrita!
como un bálsamo para mi herida. No estaba sola.
padre, su tono más calmado pero igual de fir
ana mismo tu padre y yo vamos a ese apartamento y sacamos hasta el úl
nto, mi madre par
Esta mañana, muy te
dio un pe
ate
muy preocupado por ti. Nos preguntó si sabíamos algo. Le dijimos que habí
y elegante. No era una caja cualquiera. Era de madera de nogal, con uni
a. No eran las mismas que las mías, no eran japonesas, pero eran hermosas, de fabricación artesanal, con mangos de maderas distin
n el momento de mi mayor devastación. Diego había destruido mis herramientas y me había ofrecido dinero. Mateo, sin que yo
tan simple y tan profundo, significaba más que to
la mesa de centro, vibró. Lo miré con aprensi
desde que éramos niños. Tú solo estabas en medio. Ahora que el bebé viene en camino, es nues
un cansancio infinito hacia su manipulación. Su intento de pintarse
saje a mis padres. La cara
güenza,
trasero y, con toda la fuerza que me quedaba, lo arrojé lo más lej
ma que para ellos. "No más mensaj
la abracé. Era lo único que quería salvar de los escomb